Había una vez dos familias que se juntaron para pasar un fín de semana en una casa rural. Estába situada cerca de un enorme y frondoso bosque.
Todos los años se juntában para que los niños se viesen y disfrutasen todos juntos. Y ya de paso también lo hacían para descansar un poco.
Un día, a Amalia que era la mayor de todas se le ocurrió la idea de que podrían subir al bosque. Se lo comentó a sus hermanos y a sus amigas. Pero éstos no estában muy de acuerdo. Pues decían que tal vez sería un poco peligros.
Amalia era la hermana de Inés, Elisabeth y Nicolás. Ella seguía insistiendo y al final las otras accedieron a ir.
Quería subir al bosque para hacer un picnic y pasar un rato agradable todas juntas. Total que se cogieron una cesta y metieron todo lo imprescindible para comer.
Una vez que salieron de casa, se dirigieron al bosque. Las dos mayores Amalia y Sofía, se cogieron a los más pequeños de la mano. Inés, Clara y Elisabeth íban detras de ellas, eran más prudentes y además tenían un poco de miedo.
Se adentrában cada vez más, más, más y más en el bosque.
De pronto, se pararon porque escucharon el aullido de una animal. Todas asustadas, le preguntaron a Amalia:
- Amalia, ¿ Qué animal es ese?. ¿ No será un Oso?.
- Tranquilos, chicos. No pasará nada. Será un pequeño animal y no nos hará nada.
Se empezó a oír los movimientos del animal entre la vegetación del bosque. De repente se dirigió hasta donde estában ellos y les comentó:
- ¡ Hola, niños!. No tengáis miedo, yo soy Akela y como véis soy un lobo. Pero, no me como a nadie, es más me gusta mucho jugar con los niños. ¿ Qué hacéis por aquí?. ¿ Os habéis perdido?
- Por favor, no te acerques a nosotros. No ves que estás asustando a los pequeños. Alejate, vete, por favor. Nosotros ya habíamos terminado de comer.
- Pero, os estoy diciendo que soy bueno. Os prometo que no os haré nada. No tengo amigos y mis hermanos los lobos se han ido y me han dejado abandonado y sólo.
- Está bién, te creeremos. Mi nombre es Amalia y estos son mis hermanos Inés, Elisabeth y Nicolás. Las otras son mis amigas Sofía, Clara y Natalia. Nos hemos subido aquí al bosque para comer y nos hemos alejado tanto que ahora no sabemos volver a la casa. Los pequeños están ya muy cansados para seguir y no sé como los vamos a bajar.
- No os preocupéis, yo os ayudaré a regresar a vuestra casa. Amalia, si tú me los subes a mis lomos, yo los llevaré encantado.
Ella los subió y Akela los guió hasta la casa. Cuándo por fín vieron la casa, los niños se dirigieron a ella. Pero antes, se despidieron de su amigo el lobo, Akela. Amalia, le agradeció mucho su ayuda y le comentó que al día siguiente volverían a subir al bosque para verlo.
El lobo se fué muy triste, porque les había cogido bastante cariño a los niños. Pero a la vez estába contento de haberlos ayudado a regresara a casa. El pobre volvía a quedarse otra vez solo, pero pensába en que al día siguiente los volvería a ver otra vez.
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