domingo, 6 de octubre de 2019

LA PRINCESA TINA, EL PRINCIPE KIM Y EL DRAGÓN FILEMÓN

En un enorme castillo que estaba alejado del pueblo, vivían un matrimonio de reyes con su pequeña princesa. Era una niña muy bella, su pelo era muy rubio, brillaba con el sol y sus ojos eran tan azules como el mar. Era la cria más guapa de todas las princesas que vivían en todos los reinos.
Además de ser así, tenía una bondad que les llamaba mucho la atención a sus padres.
Cuando iba al colegio, siempre estaba ayudando a sus compañeros con los ejercicios que ponían los profesores. Entodo les ayudaba, ella era muy lista y en el futuro quería ser profesora. Le gustaba mucho los niños pequeños y el estar con ellos jugando, cantando, etc. Esta princesa se llamaba Tina.
Si alguna vez bajaba al pueblo y veía a alguna persona que necesitaba ayuda, ahí iba ella para echarle una mano.
Pero la princesa comenzó a crecer, a crecer y a crecer hasta que se hizo mujer. Aún y todo ella seguía ayudando a los demás, sobre todo a los niños más desvalidos.
Un día les comentó a sus padres que le gustaría mucho hacer una excursión hacia las montañas. Sus padres le advirtieron que tuviese mucho cuidado porque había distintos animales que eran muy peligrosos.
Tina les dijo que no se preocupasen que no la iba a pasar nada. Ella metió todo lo necesario en la mochila, preparó su caballo blanco y emprendió camino hacia las montañas. Era muy valiente, pero lo que ella no sabía es que en las montañas había un terrible animal.
Tina llegó a una de las montañas con su caballo. Descendió de él porque quería descansar un poco, además estaba anocheciendo. Preparó una hoguera y sacó algunos alimentos que había metido en la mochila. Estaba al lado de un riachuelo y el caballo se puso a beber.
Al terminar de cenar, se tumbó y se puso una manta fina que había metido. Utilizó una chaqueta de almohada.
La pobre no podía dormir, escuchaba ruidos de distintos animales. Pero se decía a sí misma:
- No tengo miedo a nada ni a nadie. Soy muy valiente y tengo la espada de mi padre, así me defenderé con ella. Al llegar la mañana siguiente, volvió a emprender su camino. Cogió su caballo y se fué.
Al pasar el riachuelo oyó unos pasos. ¿ Qué animal sería?.
Tina, seguía y no hacía caso de esos extraños pasos. De repente pensó que ese animal podría ser enorme, porque cuando caminaba, retumbaba todo el suelo.
Giró su cabeza y vió que entre los árboles salía un monstruoso dragón. Éste asustó al caballo y como consecuencia se cayó la princesa. Ella gritaba y corria a la vez para que el dragón Filemón, no la cogiese. Pero no había forma, el dragón cada vez estába más cerca de ella y la princesa seguía corriendo. Pero la pobre, no sabía ya para donde tirar. Miró a lo lejos que había una cueva para esconderse y no le dió tiempo. ¿ Sabéis por qué?. Pues porque el señor Dragón estaba encima de ella.
Tina siguió gritando para ver si la podía oír alguien.
Filemón se reía y le decía:
- ¡ Ja,ja,ja,ja!. Nadie te va a escuchar. Eres mía y te llevaré a mí guarida.
- No, dejame. Monstruo salvaje. Soy una princesa y cuando mi padre se entere de que tú me has cogido enviará a sus tropas y vendrán a rescatarme.
A lo lejos un encantador principe llamado Kim. Escuchó los gritos de nuestra querida princesa y montado en su caballo fué a salvarla.
Después de tanto cabalgar vió a la bella dama que estaba en apuros. Cogió su poderosa espada y comenzó a luchar con el dragón.
Filemón al ver al chico con la espada, dejó a Tina en el suelo y retrocedió para atras, huyó a toda velocidad.
La princesa agradeció a Kim lo que había hecho por ella.
- ¡ Hola!.No temáis, no la haré daño. Soy el principe Kim. Paseaba tranquilamente subido a mi caballo por aquí y al oír sus gritos me acerqué a ver que le pasaba.
- Yo soy la princesa Tina. Le comenté a mis padres que quería hacer una excursión por las montañas y ya me advirtieron que tuviese cuidado, pues había animales salvajes y yo no les quise creer.
- Bueno, ya ha pasado todo. Te subiré a mi caballo e iremos a tu castillo.
Comenzaron el camino de regreso a casa. Atravesaron el riachuelo, la otra montaña y por fín, a lo lejos vieron el castillo de la princesa.
Al llegar allí, el principe bajó a Tina con mucha delicadeza. Sus padres salieron a recibirla con los brazos abiertos. Ellos la dijeron que tenía que contarles todo lo que había pasado. Mandaron pasar adentro al apuesto principe. Ella les contó todo lo que le había pasado y que gracias al principe Kim estaba sana y salva.
Ellos agradecieron mucho al encantador principe y le propusieron quedarse a cenar con ellos.
Él accedió gustosamente pues sentía algo especial por la dulce y hermosa princesa.

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