Había una vez, una elfa llamada Elda. Era una de las ayudantes más eficaces y más mágica que tenía Papá Noél.
Trabajaba día y noche, no paraba. Además de ésto se divertía con sus compañeros y les hacía siempre mágia.
Un día nuestro hombre de rojo la llamó para que fuese a su despacho. Ella iba con miedo pues pensaba que la iban a despedir y si la enviaban para casa, no podría hacer disfrutar a sus compañeros.
Cuando llegó a la puerta, no se atrevía a llamar. Pero de repente, la puerta se abrió, allí estaba nuestro Papá Noél sentado y ella se acercó muy nerviosa y le tamblaba todo el cuerpo, se acercó hasta donde estába él. Se sentó y comenzó a escucharle lo que le iba a decir:
- Bueno, bueno, Elda. Estoy muy contento de lo bién que estas trabajando. Por eso he decidido que te vengas conmigo a repartir los regalos para los niños.
- ¿ Iremos en el Trineo con los renos?.
- Claro, tu prepararás el trineo y meterás en el saco todos los regalos.
Ella se dió prisa en todo. Metió los regalos de los niños en el enorme saco rojo. También preparó el trineo con sus cuatro renos.
Estaba encantada porque esa noche iba a montarse con Papá Noél e iba a ir casa por casa para dejarles los regalos a los niños. Llevaba tambien el libro con los nombres y direcciones de todos los niños.
Por fín llegó la noche y Elda le dijo a Papá Noél:
- Ya está todo preparado, nos podemos ir ya.
- Voy a abrigarme bien para no coger frio y ahora nos vamos.
Esta era una noche mágica tanto para los niños como para Elda. Se subieron al trineo y comenzaron a ascender. Elda estaba muy emocionada y miraba las estrellas, no se lo podía creer.
Sacó el libro donde estaban escrito todos los nombres de los niños unos con una señal de buen comportamiento y otros.....
Iban a toda velocidad, pues tenían que dejar esa misma noche todos los regalos en las casas de los niños.
Al llegar a la casa de uno de ellos, nuestro querido Papá Noél entró por la chimenea y llevaba en el saco el juguete que había pedido. La Elfa se quedó en el trineo, bien tapada con la manta esperandole.
Cuando él regresó de dejar los obsequios se sentó otra vez en el trineo e intentó elevarlo, pero nada que los renos no querían subir.
Él estaba enfadado:
- ¿ Qué os pasa ahora, panda de vagos?. ¿ Por qué no queréis subir?. Vamos arriba. Elda, ¿ Les díste antes de salir la comida?
- Claro, que les dí, no creo que sea por eso. Utilizaré mi magia.
Pero ni con la magia de ella los hacía subir.
De pronto, pasó por allí una bruja con su escoba. Ella también tenía poderes mágicos. Los saludó:
- ¡Hola!. ¿ Qué os pasa a vosotros dos?.
- Que no nos sube el trineo y los renos no quieren tirar. Además tenemos que seguir entregando los regalos. Pues hay niños que los esperan con muchas ganas y si llegamos tarde se despertarán y verán que no hay nada.
- No os preocupéis, yo os ayudaré.
La bruja guardaba en su bolso una botella con su pócima mágica, siempre la llevaba con ella por si la tenía que utilizar. Se lo comenzó a dar a cada uno de los renos.
Papá Noél, no se fiaba mucho de ella. Pero al final, los animalitos comenzaron a subir y la elfa junto al hombre de rojo, le dieron las gracias.
Por fín, pudieron entregar todos los regalos a tiempo. Después volvieron al Polo norte otra vez, a su hogar. Para seguir preparando más juguetes para el año que viene
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