miércoles, 22 de enero de 2020

MANOLÍN, EL NIÑO QUE SE CONVIRTIÓ EN MUÑECO DE NIEVE

Había llegado el invierno, todo estaba nevado. Esa mañana, Manolín y sus amigos iban hacia el colegio. Se entretenían por el camino tirándose bolas de nieve.
De pronto, vieron un muñeco de nieve y le pusieron de nombre Pom Pom. Manolín se dijo así mismo:
- Que suerte tiene este muñeco de nieve que no tiene que ir al colegio, ni estudiar.
Sus compañeros le gritaban para que se diera prisa o llegarían tarde al colegio.
Al llegar la noche, se acostó en la cama y le vino el sueño enseguida. Soñaba que era ese muñeco que había visto ese mismo día mientras iba al colegio. Se sentía feliz.
En su sueño veía que sus amigos podían jugar, ir a aclase y que iban bien abrigados.
Se despertó sobresaltado y gritando. Sus padres al oirlo, se dirigieron a la habitación para ver lo que le pasaba.
Les comentó que había tenido una pesadilla, pero que estaba bien.
Él volvió a cerrar los ojos y quedó otra vez dormido.
A la mañana siguiente, cuando se dirigía al colegio.
Volvió a ver a PomPom y otra vez dijo:
- Cómo me gustaría ser un muñeco de nieve.
Una malvada bruja, que le escuchó decir eso. Pues ella, estaba volando montada en su escoba y miró al crío que estaba parado frente al muñeco de nieve.
Bajó con su escoba, hasta donde estaba Manolin.
El niño al verla, se asustó y le preguntó:
- ¿ Quién eres tú?. Por favor, no me hagas daño.
- Tranquilo, he oído que te gustaría ser un muñeco como él. ¿ Verdad?.
- Si me encantaría. Porque él no tiene que ir al colegio, ni estudiar, ni hacer deberes.
- Si tú me dejas y quieres. Yo te ayudaré a convertirte en muñeco de nieve. Tomarás un poco de esta pócima y en un pis las, verás que eres como Pom Pom.
Manolin, así lo hizo. Bebió de la pócima y se convirtió en muñeco de nieve.
La bruja se marchó volando y ahí lo dejó.
El pobre, tenía mucho frío y veía a sus amigos jugando a la pelota o a tirarse bolas de nieve.
Él se ponía muy triste, porque encima de pasar frío, no podía jugar con ellos.
Ahora se daba cuenta que ser un muñeco de nieve, no estaba tan bien como él creía.
Manolin lo que quería era volver a ser el niño de antes.
Ir al colegio, jugar con sus amigos, estar con sus padres en casa todo calentito.
El se puso a llorar, desconsoladamente.
Un hada buena, que escuchó su llanto, se acercó hasta él y le dijo:
- Sé todo lo que te ha pasado. Ahora lloras, porque la malvada bruja te convirtió en lo que querías. Ser un muñeco de nieve. Decías que querías ser cómo Pom Pom. ¿ Has cambiado de decisión?.
- Hada buena, por favor. ¿ Tú me puedes convertir otra vez en niño?.
Te lo agradecería mucho. Tengo mucho frío y ya no siento las manos.
- Esta bien, volverás a ser el niño que eras antes. Tocaré tu cabeza con mi varita mágica.
El hada, así lo hizo, le tocó con su varita mágica y se convirtió en niño otra vez.
Manolin estaba encantado de volver a ser un niño. Agradeció mucho al hada y se despidió de ella con mucho cariño.
El muñeco ahí se quedó y el niño le puso el gorro y su bufanda para que no pasase frio

lunes, 2 de diciembre de 2019

LA ELFA ELDA, LA BRUJA ÚRSULA Y EL OGRO STRUM

En una cueva al lado del bosque, vivía una elfa llamada Elda. Un día salió a dar una vuelta y se dirigió hacia el bosque. Pero no era un bosque cualquiera, este bosque estába encantado y daba mucho miedo.
Además allí vivía un terrible ogro llamado Strum, que no le gustaba nada que nadie pisase su terreno.
Había anochecido y la elfa caminaba con mucho cuidado y con miedo a la vez. No se veía nada, pues había niebla. La pobre tenía mucho frío y oía toda clase de ruidos. Eran ruidos de animales que vivían en el bosque. También escuchó unos pasos que se oían entre las ramas.
La elfa se escondió detrás de unos árboles para mirar quién era. Al ver que era una malvada bruja, se escondió bien para que no la viese. Pero la bruja Úrsula, que así se llamaba, era muy lista y como tenía su escoba voladora. Se montó en ella y se echó a volar. Desde arriba vió a la pequeña elfa y se dirigió hacia donde estaba ella. Pero en vez de aterrizar en el suelo, fué a parar a un árbol. Gracias a Dios no se había lesionado.
Cogió su escoba y bajó por el tronco de ese árbol. Saludó a Elda, la elfa:
- ¡ Hola!. Mi nombre es la bruja Úrsula, perdona si te he asustado. Sé que no he hecho buen aterrizaje.
- ¡Hola!. Yo soy la elfa, Elda. Salí de la cueva donde vivo y me vine al bosque para admirar el paisaje. Pero veo que me he adentrado tanto en él, que ahora no sé volver a mi casa.
- Pequeña elfa, no te das cuenta que este es un bosque encantado y que hay algunos animales que son muy peligrosos. Tranquila, no tengas miedo que buscaremos tu casa, yo iré contigo y estando conmigo nadie te hará daño.
- Muchas gracias, bruja Úrsula. Gracias por acompañarme.
Emprendieron su camino.
De pronto, se pararon, pues oyeron los rugidos de un feroz animal. ¿ Sabéis que animal era?. Muy bien, era un león. El león las miró y las comentó:
-¡ Hola, señora bruja y señora elfa!. ¿ Qué hacéis por aquí?. No véis que este es un bosque encantado y corréis peligro.
- ¡ Hola, señor león!. Aquí mi amiga la elfa, que se ha perdido y quiere regresar a su casa. Pero no sabe cual es su camino. Por eso yo la acompaño y vamos bien protegidos, por si alguien se atreve a tocarnos.
- Bueno, pues ir con mucho cuidado amigas.
El león se dió la vuelta y se fué. Mientras la bruja Úrsula y Elda siguieron su camino.
Volvieron a pararse otra vez.
A mitad de camino se encontraba una elegante jirafa. La jirafa con ese cuello tan largo que tenía, se agachó, las miró y las dijo:
- ¿ Qué hacéis por aquí?. ¿ Sabéis que este es un bosque encantado?.
- Pues que me he perdido en el bosque y la bruja Úrsula me va a acompañar hasta la puerta de mi cueva.
- Esta bién, pero tened mucho cuidado.
La jirafa siguió su camino y ellas por el suyo.
Caminaron, caminaron y caminaron y se encontraron con un animal que tenía una trompa. ¿ Sabéis que animal es?. Perfecto, el elefante.
El elefante les comentó:
- ¡ Hola!. Tened mucho cuidado señora bruja y tu pequeña elfa. Pues, este bosque está encantado y estáis entrando en el terreno del Ogro Strum. Hoy está muy pero que muy enfadado.
- Tranquilo, señor elefante. Yo voy bien protegida. LLevo un frasco de pócima y protegeré muy bien a Elda.
Se despidieron del animal y pusieron rumbo hacia la casa de la elfa. De pronto, escucharon unos enormes pasos que retumbaba la tierra. ¿ De quién serían esos pasos?. Iban con un poco de miedo. Elda siempre iba detrás de la bruja. Alzaron la vista hacia arriba y vieron que era el Ogro. Él estaba enfurecido, se había levantado con mal pié.
- ¿ Quienes sois y qué hacéis aquí?. ¿ No véis que estos son mis terrenos?.
- Usted perdone, señor Ogro. No queríamos molestarle, pero mi amiga la pequeña elfa, salió de su casa y se adentró tanto en el bosque que ahora no sabe volver. Por eso, la estoy acompañando.
- Vamos, iros de aquí. Me habéis despertado de mi maravilloso sueño. Largaos, pequeñas lagartijas.
La bruja como no aguantaba que las dijesen eso, cogió, se montó en su escoba y se dirigió hasta la boca del ogro. Llevaba consigo una botella de pócima y la tenía guardada en un pequeño bolso que siempre lo llevaba colgado.
Strum, el ogro, en ese instante le dió por abrir la boca para estornudar y fué entonces cuando la bruja Úrsula le metió un poco de pócima por esa enorme boca.
Él la tragó sin darse cuenta y después estornudó con toda su fuerza. Tanto es así que la bruja Úrsula se cayó con su escoba al suelo, pero no se hizo mucho daño.
La bruja miró hacia el ogro y vió que le estaba cambiando el caracter a mejor.
De pronto él amablemente, les preguntó:
- Buenas tardes, señora bruja y señora elfa. ¿ Cómo vosotras por aquí?
- Pues que mi amiga Elda salió de su casa y se metió en este bosque encantado. Se perdió y yo la acompañaré hasta su casa.
- ¿ Puedo ir con vosotras?. Así os defenderé si aparece algún animal peligroso.
- Esta bien, nosotras encantadas de tenertu compañía.
Comenzaron a buscar el camino de vuelta que les llevarían a la casa de Elda.
Despues de camina mucho vieron a lo lejos la cueva de la elfa. La pequeña elfa se despidió muy triste de sus amigos, pero cuando se dirigía hacia la cueva miraba hacia atras diciéndoles adios al ogro Strum y a la bruja Úrsula.
Después de despedirse de Elda, se fueron cada uno de ellos a sus respectivas casas.

domingo, 6 de octubre de 2019

LA PRINCESA TINA, EL PRINCIPE KIM Y EL DRAGÓN FILEMÓN

En un enorme castillo que estaba alejado del pueblo, vivían un matrimonio de reyes con su pequeña princesa. Era una niña muy bella, su pelo era muy rubio, brillaba con el sol y sus ojos eran tan azules como el mar. Era la cria más guapa de todas las princesas que vivían en todos los reinos.
Además de ser así, tenía una bondad que les llamaba mucho la atención a sus padres.
Cuando iba al colegio, siempre estaba ayudando a sus compañeros con los ejercicios que ponían los profesores. Entodo les ayudaba, ella era muy lista y en el futuro quería ser profesora. Le gustaba mucho los niños pequeños y el estar con ellos jugando, cantando, etc. Esta princesa se llamaba Tina.
Si alguna vez bajaba al pueblo y veía a alguna persona que necesitaba ayuda, ahí iba ella para echarle una mano.
Pero la princesa comenzó a crecer, a crecer y a crecer hasta que se hizo mujer. Aún y todo ella seguía ayudando a los demás, sobre todo a los niños más desvalidos.
Un día les comentó a sus padres que le gustaría mucho hacer una excursión hacia las montañas. Sus padres le advirtieron que tuviese mucho cuidado porque había distintos animales que eran muy peligrosos.
Tina les dijo que no se preocupasen que no la iba a pasar nada. Ella metió todo lo necesario en la mochila, preparó su caballo blanco y emprendió camino hacia las montañas. Era muy valiente, pero lo que ella no sabía es que en las montañas había un terrible animal.
Tina llegó a una de las montañas con su caballo. Descendió de él porque quería descansar un poco, además estaba anocheciendo. Preparó una hoguera y sacó algunos alimentos que había metido en la mochila. Estaba al lado de un riachuelo y el caballo se puso a beber.
Al terminar de cenar, se tumbó y se puso una manta fina que había metido. Utilizó una chaqueta de almohada.
La pobre no podía dormir, escuchaba ruidos de distintos animales. Pero se decía a sí misma:
- No tengo miedo a nada ni a nadie. Soy muy valiente y tengo la espada de mi padre, así me defenderé con ella. Al llegar la mañana siguiente, volvió a emprender su camino. Cogió su caballo y se fué.
Al pasar el riachuelo oyó unos pasos. ¿ Qué animal sería?.
Tina, seguía y no hacía caso de esos extraños pasos. De repente pensó que ese animal podría ser enorme, porque cuando caminaba, retumbaba todo el suelo.
Giró su cabeza y vió que entre los árboles salía un monstruoso dragón. Éste asustó al caballo y como consecuencia se cayó la princesa. Ella gritaba y corria a la vez para que el dragón Filemón, no la cogiese. Pero no había forma, el dragón cada vez estába más cerca de ella y la princesa seguía corriendo. Pero la pobre, no sabía ya para donde tirar. Miró a lo lejos que había una cueva para esconderse y no le dió tiempo. ¿ Sabéis por qué?. Pues porque el señor Dragón estaba encima de ella.
Tina siguió gritando para ver si la podía oír alguien.
Filemón se reía y le decía:
- ¡ Ja,ja,ja,ja!. Nadie te va a escuchar. Eres mía y te llevaré a mí guarida.
- No, dejame. Monstruo salvaje. Soy una princesa y cuando mi padre se entere de que tú me has cogido enviará a sus tropas y vendrán a rescatarme.
A lo lejos un encantador principe llamado Kim. Escuchó los gritos de nuestra querida princesa y montado en su caballo fué a salvarla.
Después de tanto cabalgar vió a la bella dama que estaba en apuros. Cogió su poderosa espada y comenzó a luchar con el dragón.
Filemón al ver al chico con la espada, dejó a Tina en el suelo y retrocedió para atras, huyó a toda velocidad.
La princesa agradeció a Kim lo que había hecho por ella.
- ¡ Hola!.No temáis, no la haré daño. Soy el principe Kim. Paseaba tranquilamente subido a mi caballo por aquí y al oír sus gritos me acerqué a ver que le pasaba.
- Yo soy la princesa Tina. Le comenté a mis padres que quería hacer una excursión por las montañas y ya me advirtieron que tuviese cuidado, pues había animales salvajes y yo no les quise creer.
- Bueno, ya ha pasado todo. Te subiré a mi caballo e iremos a tu castillo.
Comenzaron el camino de regreso a casa. Atravesaron el riachuelo, la otra montaña y por fín, a lo lejos vieron el castillo de la princesa.
Al llegar allí, el principe bajó a Tina con mucha delicadeza. Sus padres salieron a recibirla con los brazos abiertos. Ellos la dijeron que tenía que contarles todo lo que había pasado. Mandaron pasar adentro al apuesto principe. Ella les contó todo lo que le había pasado y que gracias al principe Kim estaba sana y salva.
Ellos agradecieron mucho al encantador principe y le propusieron quedarse a cenar con ellos.
Él accedió gustosamente pues sentía algo especial por la dulce y hermosa princesa.

LA BRUJA CORUJA, LA BRUJA ÚRSULA Y LA ARAÑA TANEA

En una misteriosa y tétrica casa, vivían dos brujas. Sus nombres eran: La bruja Coruja y Úrsula.
En esa casa , siempre se estaban haciendo pócimas de distintos sabores y de distintas clases. Sus escobas las tenían bien guardadas, pues de vez en cuando solía ir una malvada bruja llamada brujilda.
Siempre que iba cogía la escoba de la brujita Úrsula y ésta se enfadaba mucho.
Un día, cuando hicieron la pócima, se oyó el saludo de un animalito muy pequeño. ¿ Sabéis que animal era?.
No era una pulga, tampoco era un saltamontes. Os daré una pista, es un animalito que suele hacer una tela para atrapar a su presa.
Muy bién, lo habéis acertado era una araña, pero que listos sois todos.
Pues esta araña, saludaba a las dos brujas. Ellas miraban hacia arriba y no veían nada.
- Que raro, yo no veo a nadie por aquí y tú Bruja Úrsula ¿ Ves a alguien?.
- Pues tampoco. Anda mira, no será este ratón de aquí. Lo echarémos a la pócima, que estará muy sabrosa.
La bruja Úrsula, sin más metió al pobre animal dentro. Pero la señora araña  seguía salundándolas y molestándolas.
Las dos brujas se pensában que era una mosca que estaba revoloteando por encima de sus cabezas. Intentaron matarla, pero no había forma de pillarla. Al final, la bruja Úrsula agarró fuertemente su escoba y ¡ ZAS!, cazó la mosca. También la metió en la pócima.
- Con estos ingredientes nuestro brebaje estará muy rico. Que bien huele, ummmmm. Comentaban las brujas.
La araña que estaba haciendose su tela de araña, se reía mucho de ellas. Pues no había forma de que la viesen.
Hasta que de pronto, la bruja Úrsula miró hacia arriba y vió una enorme araña, que estaba en el techo tan tranquila.
La señora araña las decía:
- Ya era hora de que me viéseis. Anda que llevo un buen rato saludandoos y nada. Me da que además de estar un poquito sordas, estáis ciegas y necesitáis gafas.
- Pero bueno, de que vas. Nosotras estamos muy bien de todo. De vista, de oido y de cuerpo entero. Lo que pasa que como estabas allí arriba pues no se te veía bien. Además estábamos concentradas con nuestro brebaje.
Cuando estaban hablando la brujas con ella, comenzó a tronar muy fuerte y de pronto algo golpeó la puerta de la entrada de la casa.
La bruja Coruja, fué a ver lo que había pasado y allí no había nadie. Cerro y se volvió para terminar lo que estaban haciendo.
Pero otra vez se golpeó esa dichosa puerta.
Ahora la que fué a abrir fué la bruja Úrsula. Nada, que seguíamos en las mismas.
¿ Pero qué estába pasando?.¿ Quién sería el que golpeaba la puerta?.
Las dos brujas ya estában con miedo, incluida Tanea la araña. Era una noche tenebrosa y llovía y tronaba con tal fuerza que en la casa retumbaba todo.
Las ventanas no estaban bien cerradas, entraba todo el agua para dentro.
Volvió a golpearse la puerta y esta vez no golpeaba una vez, sino varias veces.
Esta vez fueron las dos brujas juntas para abrirlas y ¿ Sabéis quién era?.
Era un pequeño y encantador gatito que se había perdido, estaba asustado a causa de la tormenta y no encontrába ningún sitio para resguardarse. Por eso fué a parar a esa casa, pero vió que eran dos malvadas brujas y no se atrevía a entrar.
La bruja Úrsula lo cogió con mucho cariño, lo metió y le dió un poco de leche. Lo secaron para que no cogiese frío.Él estaba tan agusto, vió que también había una araña y estaba con un poco de miedo.
Ellas le comentaron que la araña no le iba ha hacer nada. Que ella era muy buena, que no iba a picarle. El gato se quedó más tranquilo cuando le dijeron eso.
Fué una noche muy ajetreada, de mucho miedo. Pero todo pasó y la tranquilidad volvió a la casa.
El gatito se quedó a vivir con ellas y todos juntos se pasaron muy bien.
Después de una noche de mucho pánico, todo acabó en un susto.

sábado, 5 de octubre de 2019

NINA Y NINO, LOS UNICORNIOS Y EL HADA DEL BOSQUE

Erase una vez, dos unicornios que vivían en el bosque junto a su madre y sus amigos. Sus nombres eran Nina y Nino, ellos eran hermanos. Se pasaban horas y horas jugando en el bosque. Su madre siempre les decía:
- No os alejéis mucho, pues hay animales muy peligrosos.
- Si, mamá. Tranquila no nos adentraremos en el bosque.
Pero ellos no la hicieron caso y comenzaron a caminar, a caminar y a caminar. Sin darse cuenta se metieron mucho en el bosque. Nina que era la más pequeña, le comentó a su hermano:
- Nino, creo que nos hemos alejado mucho y ahora, ¿ Cómo vamos a volver?.
- Pues regresando por el camino que hemos venido.
Pero claro, estában totalmente desorientados. Pues no sabían porque camino habían ido.
Llegó la noche, su madre estába  ya muy preocupada porque veía que no regresaban.
Los dos hermanos estaban con mucho miedo. Oían toda clase de ruidos de animales. Pero no identificaban los animales que eran.
Nino, era un unicornio muy valiente y le comentó a su hermana:
- Tranquila Nina, que si aparece un animal peligroso y feroz,  yo te defenderé.
Ella se quedó más tranquila cuando su hermano le dijo eso.
Pero de repente, escucharon el rugir de un león y a un buho.
La unicornio tenía mucho miedo y temblaba de frío. Su hermano le dijo que tenían que buscar una cueva o algún otro sitio para resguardarse del frio. Pero ella estaba tan cansada que no podía seguir.
Nano le comentaba:
- Vamos, Nina. Tenemos que seguir, no nos podemos parar. Pues podríamos morir de frío.
Al final, como vió que su hermana no podía seguir, se quedaron a dormir debajo de unos árboles.
El unicornio fué a buscar palos para hacer una hogera. Su madre se lo había enseñado muchas veces. Pero su hermana no se quería quedar sola , así que decidió irse con él y entre los dos cogieron muchas ramas para hacer fuego.
Nino, hizo el fuego tal como se lo había enseñado su madre.
Se echaron debajo de los árboles y en ésto oyeron los pasos y el rugir de un feroz y hambriento león. Después escucharon al buho y tanto miedo tenían que volvieron a ponerse de pié.
El león se fué acercando a ellos poco a poco. Los dos hermanos temblaban y sin querer, la unicornio pegó un grito. Ella pensaba que si pegaba el grito el león se iría. Pero no fué así, él siguió acercándose a ellos.
El Hada del Bosque que habí escuchado esos gritos tan desesperados se echo a volar y fué a parar a donde estaban los dos hermanos.
- Pero, ¿ Quién ha sido la que me ha despertado de mi maravilloso sueño con su espeluznante chillido?.
- Perdone usted, señora Hada. Es que mire usted este león. Nos quiere comer.
- Este león, no os hará nada. Es muy dócil, ¿ Verdad, señor león?.
El animal al ver al Hada del bosque dió marcha atrás y se fue.
Ella les preguntó:
- ¿ Como os llamáis y qué hacéis aquí?. ¿ No véis que corréis peligro?.
- Nos llamamos Nina y el es mi hermano Nino. Comenzamos a caminar y a caminar y nos hemos adentrado mucho en el bosque. Ahora no sabemos cuál era el camino de regreso.
- No os preocupéis, yo me conozco todo el bosque. Por eso me llaman el Hada de l Bosque. Yo ayudo a toda clase de animales y además tengo poderes mágicos. Os acompañaré, ya que vuestra madre estará muy preocupada.
El hada, les condujo al camino adecuado y siguieron todos juntos hasta que de pronto vieron unas luces. Su mamá había puesto unas luces en la entrada de la casa por a sus hijos les daba por volver.
Ella los estaba esperando con mucha ansiedad.
- Bueno, pequeños unicornios. Ahí tenéis ya vuestra casa. Id y darle una sorpresa a vuestra madre.
Ellos se despidieron con mucha tristeza de su amiga y se marcharon corriendo a besar a su mamá.
Por fín, volvieron a estar los tres juntos y todo gracias al hada del Bosque.
Su madre miró hacia arriba y le dió las gracias por a ver traido de vuelta, sanos y salvos a sus dos pequeños.
El hada del bosque esparció sobre la casa y sobre sus amigos unos polvos mágicos. La casa brillaba y los otros animales se acercaban para ver lo bonita que era.
Mientras los tres unicornios consiguieron volar. Todo gracias a su amiga el hada.
Estaban encantados porque desde allí arriba podían ver los distintos animales que habitaban en el bosque

ELDA, LA ELFA DE PAPÁ NOÉL

Había una vez, una elfa llamada Elda. Era una de las ayudantes más eficaces y más mágica que tenía Papá Noél.
Trabajaba día y noche, no paraba. Además de ésto se divertía con sus compañeros y les hacía siempre mágia.
Un día nuestro hombre de rojo la llamó para que fuese a su despacho. Ella iba con miedo pues pensaba que la iban a despedir y si la enviaban para casa, no podría hacer disfrutar a sus compañeros.
Cuando llegó a la puerta, no se atrevía a llamar. Pero de repente, la puerta se abrió, allí estaba nuestro Papá Noél sentado y ella se acercó muy nerviosa y le tamblaba todo el cuerpo, se acercó hasta donde estába él. Se sentó y comenzó a escucharle lo que le iba a decir:
- Bueno, bueno, Elda. Estoy muy contento de lo bién que estas trabajando. Por eso he decidido que te vengas conmigo a repartir los regalos para los niños.
- ¿ Iremos en el Trineo con los renos?.
- Claro, tu prepararás el trineo y meterás en el saco todos los regalos.
Ella se dió prisa en todo. Metió los regalos de los niños en el enorme saco rojo. También preparó el trineo con sus cuatro renos.
Estaba encantada porque esa noche iba a montarse con Papá Noél e iba a ir casa por casa para dejarles los regalos a los niños. Llevaba tambien el libro con los nombres y direcciones de todos los niños.
Por fín llegó la noche y Elda le dijo a Papá Noél:
- Ya está todo preparado, nos podemos ir ya.
- Voy a abrigarme bien para no coger frio y ahora nos vamos.
Esta era una noche mágica tanto para los niños como para Elda. Se subieron al trineo y comenzaron a ascender. Elda estaba muy emocionada y miraba las estrellas, no se lo podía creer.
Sacó el libro donde estaban escrito todos los nombres de los niños unos con una señal de buen comportamiento y otros.....
Iban a toda velocidad, pues tenían que dejar esa misma noche todos los regalos en las casas de los niños.
Al llegar a la casa de uno de ellos, nuestro querido Papá Noél entró por la chimenea y llevaba en el saco el juguete que había pedido. La Elfa se quedó en el trineo, bien tapada con la manta esperandole.
Cuando él regresó de dejar los obsequios se sentó otra vez en el trineo e intentó elevarlo, pero nada que los renos no querían subir.
Él estaba enfadado:
- ¿ Qué os pasa ahora, panda de vagos?. ¿ Por qué no queréis subir?. Vamos arriba. Elda, ¿ Les díste antes de salir la comida?
- Claro, que les dí, no creo que sea por eso. Utilizaré mi magia.
Pero ni con la magia de ella los hacía subir.
De pronto, pasó por allí una bruja con su escoba. Ella también tenía poderes mágicos. Los saludó:
- ¡Hola!. ¿ Qué os pasa a vosotros dos?.
- Que no nos sube el trineo y los renos no quieren tirar. Además tenemos que seguir entregando los regalos. Pues hay niños que los esperan con muchas ganas y si llegamos tarde se despertarán y verán que no hay nada.
- No os preocupéis, yo os ayudaré.
La bruja guardaba en su bolso una botella con su pócima mágica, siempre la llevaba con ella por si la tenía que utilizar. Se lo comenzó a dar a cada uno de los renos.
Papá Noél, no se fiaba mucho de ella. Pero al final, los animalitos comenzaron a subir y la elfa junto al hombre de rojo, le dieron las gracias.
Por fín, pudieron entregar todos los regalos a tiempo. Después volvieron al Polo norte otra vez, a su hogar. Para seguir preparando más juguetes para el año que viene



jueves, 12 de septiembre de 2019

NEVADÍN, EL MUÑECO DE NIEVE QUE TENÍA MUCHO FRÍO

Había llegado el Invierno, todos los niños iban al colegio bien abrigados. Con sus gorros, sus bufandas, sus guantes y sus plumas. También llevaban sus botas de agua, porque estaba nevando. 
Ellos iban hacía el colegio caminando, siempre pasaban por un enorme parque, donde había columpios, un estanque con sus cisnes y patos. Ese estanque estába helado y los patos tenían mucho frío. De pronto vieron a un enorme Muñeco de Nieve y se preguntaron:
- ¿ Quién habrá hecho este muñeco de nieve?.
- Mirad, este muñeco está muy triste.
Nevadín, les oyó hablar y les saludó a los niños:
-¡ Hola, niños!. Mi nombre es Nevadín y estoy triste porque tengo mucho frío. Necesito un gorro, una bufanda y unos guantes. Además no tengo naríz y me encantaría tener una para poder oler.
Los crios se asustaron del Muñeco de Nieve, ellos pensaban que no hablaba y se quedaron atónitos mirándole. Uno de ellos le dijo:
- ¡ Hola!. Yo te prestaré mi bufanda, tengo otra en mi casa.
- Yo mis guantes. Le decía el otro niño.
- Yo te dejaré mi gorro. Así no tendrás frío en tus orejitas. Decía el siguiente niño
El último niño, le comentó:
- Yo te traeré una naríz para que puedas oler las flores cuando salgan en primavera.
El Muñeco de Nieve, les dijo:
- Gracias por vuestra bondad, por dejarme vuestros guantes, gorro, bufanda y esa naríz que tanto necesito.
El niño se fué corriendo hacia su casa para coger una zanahoria, que le serviría de naríz a Nevadín.
Volvió deprisa con ella en la mano, al llegar a donde estába el Muñeco de Nieve. Intentó ponersela, pero el crío era demasiado pequeño. Entonces los demás niños le comentaron:
- ¿ Por qué no hacémos una torre?. Tú te subirás el último y se lo pones.
Uno, se puso de rodillas encima del otro y así sucesivamente hasta que llegaron a ponerle la naríz a Nevadín. El muñeco de nieve, miró a los niños y con los guantes que le habían puesto, comenzó a tocarse la cara y la cabeza. Notó su naríz, que era demasiado grande y decía:
- Que bién con esta nariz, así podré respirar muy bién. Muchas gracias, por todo. Ahora si que podré pasar un invierno calentito, con mi nueva bufanda, con mi gorro, mis guantes y esta nueva naríz. Aaaaaaaaaatchiiiiiiiiiiissssssssss, aaaaaaatchiiiiiisssss, vaya, no tendréis algún pañuelo de papel para sonarme la naríz.
Los niños se reían de sus estornudos y uno de ellos como tenía un paquete de pañuelos, sacó uno y se lo pensaba dar a Nevadín, pero con sus nuevas manos no podía. Otra vez se tuvieron que subir un  crio encima del otro hasta que llegaron a su naríz y le empezaron a sonar. Él hacía mucho ruido, como si fuera el balar de una oveja: Beeee, Beeee, Beeee. Así hacía cuando se sonaba los mocos, algunos de los pequeños se reían bastante del ruido tan gracioso que hacía. Uno de ellos le comentába a los otros:
- Que gracioso es nuestro buén amigo Nevadín. ¿ Verdad, chicos?.
Los demás afirmaron con un sí. El más pequeño de todos los chavales les preguntó:
- ¿ Por qué no nos agarramos todos de la mano y hacemos un círculo alrededor de él. Le podemos cantar la canción del invierno. Esa que cantamos en clase. ¿ Sabéis cual os digo?. Le contestaron que esa cancíon era muy divertida.
Entonces todos se cogieron de la mano, hicieron un corro muy grande con el Muñeco de Nieve en medio y empezaron a cantar la Canción.
Venga todos juntos, 1, 2 y 3:
Invierno, invierno, porqué nos gustará,
Por la nieve blanca o por la Navidad,
El frío de invierno, ya tiene solución,
El gorro, los guantes y la calefacción.
Nevadín se puso tan felíz con esa canción que todos volvieron a cantarla nuevamente.
Los niños iban todos los días a visitarlo y le cantaban siempre la canción favorita de él. Cada vez que veía venir a los crios, se ponía tan contento que siempre les pedía un abrazo. Ellos se lo daban encantados.