domingo, 23 de septiembre de 2018

EL DINOSAURIO DINO NO PODÍA APOYAR LAS PATAS

En un antiguo y frondoso bosque, vivían una familia de dinosáurios. Tenían tres hijos, uno de ellos se llamaba Dindín, el segundo era Dondón y el más pequeño de los tres era Dino.
Un día Dindín les preguntó a sus hermanos:
- ¿ Queréis que vayamos a jugar a ese juego tan chulo como  es el escondite?.
Ellos respondieron que sí. Sería divertido.
Cuando salieron, sus padres les advirtieron de que tuviesen mucho cuidado, pues había algunos animales que eran muy peligrosos.
Ellos les comentaron a sus padres, que no se preocupasen y que no se alejarían mucho. Pero al final caminaron tanto que perdieron de vista la zona donde vivían y se desorientaron.
Dindín les dijo a sus hermanos:
- Dondón, Dino, creo que nos hemos alejado mucho y ahora no sé si sabremos volver.
- Dindín, Dondón, yo quiero volver con mamá y papá. Tengo mucho miedo y si viene otro dinosaurío más grande que nosotros y nos come.
- Tranquilo Dino, nosotros te protegeremos. Además hemos venido a jugar al escondite. Verás lo bién que lo vamos a pasar.
Dindín comenzó a contar y Dondón y Dino rápidamente se econdieron. Cuando el mayor acabó de contar, empezó a buscar a sus hermanos. Al primero que encontró fué a Dondón y Dino debía estár bien escondido porque no aparecía por ningún lado. Después estár un buén rato buscándolo por fín lo encontró.
Ahora le tocaba a Dondón contar y a los otros esconderse. El pobre Dino se escondió entre unos matorrales, donde había pinchos. No se había dado cuenta y ahí se quedó prendido. Dondón, terminó de contar y fué en busca de sus hermanos. Buscaba a Dino por un lado, luego por el otro y nada, y seguía sin aparecer. De pronto, a lo lejos vió los matorrales llenos de pinchos y se dirigió allí.- Por fín te encontré. Pero Dino no podía salir porque se había enredado entre las espinas.
- Dino, ¿ Qué te pasa?. ¿ Por qué no sales?
- Porque tengo muchos pinchos en mis patitas y no puedo apoyarlas. Me duelen mucho.
- Venga, no será una broma tuya. ¿ Verdad?.
- No estoy bromenado. Si quieres miras a ver come están y te darás cuenta que es verdad.
Dondón le miró sus patas y las vió llenas de pinchos. Este llamó a su hermano:
- Dindín, ven rápidamente. Mira como las tiene nuestro hermano.
Cuando llegó y las vió no se lo podía creer.
Le preguntaron:
- ¿ Qué vamos a hacer ahora contigo?. ¿ Cómo vamos a llevarte a casa?.
El mayor tuvo una gran idea, les comentó que él lo llevaría en su lomo.
- Dondón, cogele con mucho cuidado y ponmelo encima de mi lomo. Lo llevaré a casa así.
Dondón hizo lo que le había mandado su hermano, le puso encima de él y empezaron el camino de vuelta a casqa. Dino se quejaba y lloraba porque le dolían mucho las heridas.
Cuando llegaron a casa, sus padres vieron que el pequeño de sus hijos estába llorando. Vieron sus patitas llenas de pinchos y su mamá tranquilamente comenzó a quitárselas una a una. El lloraba, lloraba, lloraba y lloraba, porque le hacía mucho daño.
Cuando su madre terminó de quitarle todas las espinas, él intentó ponerse de pié. Pero no había forma, pues tenía doloridas sus patas.
Él les comentó a sus hermanos que nunca más jugaría a ese juego tan divertido como era el escondite. Ya que el pobre había tenido mala suerte o como se suele decir había tenido mala pata al haberse caido entre los matorrales llenos de pinchos.

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