Había llegado el Invierno, todos los niños iban al colegio bien abrigados. Con sus gorros, sus bufandas, sus guantes y sus plumas. También llevaban sus botas de agua, porque estaba nevando.
Ellos iban hacía el colegio caminando, siempre pasaban por un enorme parque, donde había columpios, un estanque con sus cisnes y patos. Ese estanque estába helado y los patos tenían mucho frío. De pronto vieron a un enorme Muñeco de Nieve y se preguntaron:
- ¿ Quién habrá hecho este muñeco de nieve?.
- Mirad, este muñeco está muy triste.
Nevadín, les oyó hablar y les saludó a los niños:
-¡ Hola, niños!. Mi nombre es Nevadín y estoy triste porque tengo mucho frío. Necesito un gorro, una bufanda y unos guantes. Además no tengo naríz y me encantaría tener una para poder oler.
Los crios se asustaron del Muñeco de Nieve, ellos pensaban que no hablaba y se quedaron atónitos mirándole. Uno de ellos le dijo:
- ¡ Hola!. Yo te prestaré mi bufanda, tengo otra en mi casa.
- Yo mis guantes. Le decía el otro niño.
- Yo te dejaré mi gorro. Así no tendrás frío en tus orejitas. Decía el siguiente niño
El último niño, le comentó:
- Yo te traeré una naríz para que puedas oler las flores cuando salgan en primavera.
El Muñeco de Nieve, les dijo:
- Gracias por vuestra bondad, por dejarme vuestros guantes, gorro, bufanda y esa naríz que tanto necesito.
El niño se fué corriendo hacia su casa para coger una zanahoria, que le serviría de naríz a Nevadín.
Volvió deprisa con ella en la mano, al llegar a donde estába el Muñeco de Nieve. Intentó ponersela, pero el crío era demasiado pequeño. Entonces los demás niños le comentaron:
- ¿ Por qué no hacémos una torre?. Tú te subirás el último y se lo pones.
Uno, se puso de rodillas encima del otro y así sucesivamente hasta que llegaron a ponerle la naríz a Nevadín. El muñeco de nieve, miró a los niños y con los guantes que le habían puesto, comenzó a tocarse la cara y la cabeza. Notó su naríz, que era demasiado grande y decía:
- Que bién con esta nariz, así podré respirar muy bién. Muchas gracias, por todo. Ahora si que podré pasar un invierno calentito, con mi nueva bufanda, con mi gorro, mis guantes y esta nueva naríz. Aaaaaaaaaatchiiiiiiiiiiissssssssss, aaaaaaatchiiiiiisssss, vaya, no tendréis algún pañuelo de papel para sonarme la naríz.
Los niños se reían de sus estornudos y uno de ellos como tenía un paquete de pañuelos, sacó uno y se lo pensaba dar a Nevadín, pero con sus nuevas manos no podía. Otra vez se tuvieron que subir un crio encima del otro hasta que llegaron a su naríz y le empezaron a sonar. Él hacía mucho ruido, como si fuera el balar de una oveja: Beeee, Beeee, Beeee. Así hacía cuando se sonaba los mocos, algunos de los pequeños se reían bastante del ruido tan gracioso que hacía. Uno de ellos le comentába a los otros:
- Que gracioso es nuestro buén amigo Nevadín. ¿ Verdad, chicos?.
Los demás afirmaron con un sí. El más pequeño de todos los chavales les preguntó:
- ¿ Por qué no nos agarramos todos de la mano y hacemos un círculo alrededor de él. Le podemos cantar la canción del invierno. Esa que cantamos en clase. ¿ Sabéis cual os digo?. Le contestaron que esa cancíon era muy divertida.
Entonces todos se cogieron de la mano, hicieron un corro muy grande con el Muñeco de Nieve en medio y empezaron a cantar la Canción.
Venga todos juntos, 1, 2 y 3:
Invierno, invierno, porqué nos gustará,
Por la nieve blanca o por la Navidad,
El frío de invierno, ya tiene solución,
El gorro, los guantes y la calefacción.
Nevadín se puso tan felíz con esa canción que todos volvieron a cantarla nuevamente.
Los niños iban todos los días a visitarlo y le cantaban siempre la canción favorita de él. Cada vez que veía venir a los crios, se ponía tan contento que siempre les pedía un abrazo. Ellos se lo daban encantados.
- Que bién con esta nariz, así podré respirar muy bién. Muchas gracias, por todo. Ahora si que podré pasar un invierno calentito, con mi nueva bufanda, con mi gorro, mis guantes y esta nueva naríz. Aaaaaaaaaatchiiiiiiiiiiissssssssss, aaaaaaatchiiiiiisssss, vaya, no tendréis algún pañuelo de papel para sonarme la naríz.
Los niños se reían de sus estornudos y uno de ellos como tenía un paquete de pañuelos, sacó uno y se lo pensaba dar a Nevadín, pero con sus nuevas manos no podía. Otra vez se tuvieron que subir un crio encima del otro hasta que llegaron a su naríz y le empezaron a sonar. Él hacía mucho ruido, como si fuera el balar de una oveja: Beeee, Beeee, Beeee. Así hacía cuando se sonaba los mocos, algunos de los pequeños se reían bastante del ruido tan gracioso que hacía. Uno de ellos le comentába a los otros:
- Que gracioso es nuestro buén amigo Nevadín. ¿ Verdad, chicos?.
Los demás afirmaron con un sí. El más pequeño de todos los chavales les preguntó:
- ¿ Por qué no nos agarramos todos de la mano y hacemos un círculo alrededor de él. Le podemos cantar la canción del invierno. Esa que cantamos en clase. ¿ Sabéis cual os digo?. Le contestaron que esa cancíon era muy divertida.
Entonces todos se cogieron de la mano, hicieron un corro muy grande con el Muñeco de Nieve en medio y empezaron a cantar la Canción.
Venga todos juntos, 1, 2 y 3:
Invierno, invierno, porqué nos gustará,
Por la nieve blanca o por la Navidad,
El frío de invierno, ya tiene solución,
El gorro, los guantes y la calefacción.
Nevadín se puso tan felíz con esa canción que todos volvieron a cantarla nuevamente.
Los niños iban todos los días a visitarlo y le cantaban siempre la canción favorita de él. Cada vez que veía venir a los crios, se ponía tan contento que siempre les pedía un abrazo. Ellos se lo daban encantados.