jueves, 12 de septiembre de 2019

NEVADÍN, EL MUÑECO DE NIEVE QUE TENÍA MUCHO FRÍO

Había llegado el Invierno, todos los niños iban al colegio bien abrigados. Con sus gorros, sus bufandas, sus guantes y sus plumas. También llevaban sus botas de agua, porque estaba nevando. 
Ellos iban hacía el colegio caminando, siempre pasaban por un enorme parque, donde había columpios, un estanque con sus cisnes y patos. Ese estanque estába helado y los patos tenían mucho frío. De pronto vieron a un enorme Muñeco de Nieve y se preguntaron:
- ¿ Quién habrá hecho este muñeco de nieve?.
- Mirad, este muñeco está muy triste.
Nevadín, les oyó hablar y les saludó a los niños:
-¡ Hola, niños!. Mi nombre es Nevadín y estoy triste porque tengo mucho frío. Necesito un gorro, una bufanda y unos guantes. Además no tengo naríz y me encantaría tener una para poder oler.
Los crios se asustaron del Muñeco de Nieve, ellos pensaban que no hablaba y se quedaron atónitos mirándole. Uno de ellos le dijo:
- ¡ Hola!. Yo te prestaré mi bufanda, tengo otra en mi casa.
- Yo mis guantes. Le decía el otro niño.
- Yo te dejaré mi gorro. Así no tendrás frío en tus orejitas. Decía el siguiente niño
El último niño, le comentó:
- Yo te traeré una naríz para que puedas oler las flores cuando salgan en primavera.
El Muñeco de Nieve, les dijo:
- Gracias por vuestra bondad, por dejarme vuestros guantes, gorro, bufanda y esa naríz que tanto necesito.
El niño se fué corriendo hacia su casa para coger una zanahoria, que le serviría de naríz a Nevadín.
Volvió deprisa con ella en la mano, al llegar a donde estába el Muñeco de Nieve. Intentó ponersela, pero el crío era demasiado pequeño. Entonces los demás niños le comentaron:
- ¿ Por qué no hacémos una torre?. Tú te subirás el último y se lo pones.
Uno, se puso de rodillas encima del otro y así sucesivamente hasta que llegaron a ponerle la naríz a Nevadín. El muñeco de nieve, miró a los niños y con los guantes que le habían puesto, comenzó a tocarse la cara y la cabeza. Notó su naríz, que era demasiado grande y decía:
- Que bién con esta nariz, así podré respirar muy bién. Muchas gracias, por todo. Ahora si que podré pasar un invierno calentito, con mi nueva bufanda, con mi gorro, mis guantes y esta nueva naríz. Aaaaaaaaaatchiiiiiiiiiiissssssssss, aaaaaaatchiiiiiisssss, vaya, no tendréis algún pañuelo de papel para sonarme la naríz.
Los niños se reían de sus estornudos y uno de ellos como tenía un paquete de pañuelos, sacó uno y se lo pensaba dar a Nevadín, pero con sus nuevas manos no podía. Otra vez se tuvieron que subir un  crio encima del otro hasta que llegaron a su naríz y le empezaron a sonar. Él hacía mucho ruido, como si fuera el balar de una oveja: Beeee, Beeee, Beeee. Así hacía cuando se sonaba los mocos, algunos de los pequeños se reían bastante del ruido tan gracioso que hacía. Uno de ellos le comentába a los otros:
- Que gracioso es nuestro buén amigo Nevadín. ¿ Verdad, chicos?.
Los demás afirmaron con un sí. El más pequeño de todos los chavales les preguntó:
- ¿ Por qué no nos agarramos todos de la mano y hacemos un círculo alrededor de él. Le podemos cantar la canción del invierno. Esa que cantamos en clase. ¿ Sabéis cual os digo?. Le contestaron que esa cancíon era muy divertida.
Entonces todos se cogieron de la mano, hicieron un corro muy grande con el Muñeco de Nieve en medio y empezaron a cantar la Canción.
Venga todos juntos, 1, 2 y 3:
Invierno, invierno, porqué nos gustará,
Por la nieve blanca o por la Navidad,
El frío de invierno, ya tiene solución,
El gorro, los guantes y la calefacción.
Nevadín se puso tan felíz con esa canción que todos volvieron a cantarla nuevamente.
Los niños iban todos los días a visitarlo y le cantaban siempre la canción favorita de él. Cada vez que veía venir a los crios, se ponía tan contento que siempre les pedía un abrazo. Ellos se lo daban encantados.






miércoles, 11 de septiembre de 2019

CATALINA LA CABRITILLA RECIÉN NACIDA Y MARISA LA ARAÑA SIMPÁTICA

Erase una vez, en una inmensa granja llena de diferentes tipos de animales. Vivían unas cabras, una de ellas estába a punto de dar a luz. Allí también vivía Marisa, la pequeña araña simpática.
Todas las mañanas se levantaba pronto y comenzaba a saludar a todos los animales que estaban a su alrededor.
Ese mismo día nació la cabritilla. Todos fueron a admirar su belleza.
Le pusieron de nombre Catalina. Comenzó a tropezarse y caerse, era normal. Acababa de nacer y todavía no se mantenía en pié. Todos los animales se reían de el:
- ¿ Qué le pasa a tu pequeña?. ¿No se pone de pié porque esta cojo?. Jajaja.
- A mi Catalina, no le pasa nada. Acaba de nacer. Ya se pondrá de pié cuando quiera y crea conveniente.
Marisa que estaba escuchando las conversaciones entre la madre y los demás animales. Miró a la pequeña cabritilla y la comentó:
- Tú no te preocupes, que tarde o temprano podrás caminar como tu mamá y los otros cabritillos.
Además yo sere tu amiga y te ayudaré en todo.
Ella se intentaba poner de pié pero no lo conseguía. Tanto su madre como ella se pusieron un poco tristes. La madre ya no sabía como ayudarla.
Pero ella no se rendía, volvía a intentar levantarse. Pero no habia forma seguía cayendose. Al final sacó fuerzas de donde pudo y su amiga la araña que la miraba le animaba:
- Venga que tu puedes. No desistas arriba vamos campeona.
-Mirad esa araña lo que la dice. Si por mas que le diga no se va a poner en pié.
Tanto lo intentó que al final de todo lo consiguió. Su madre y Marisa se alegraron de que por fín se levan miró a todos los animales de la granja, sobre todo a su madre.
De pronto escuchó la voz de su amiga la araña:
- ¡ Hola!. ¿ Cómo estás?. Mi nombre es Marisa.
- ¿ Dónde estás?. No te veo.
- Estoy encima de ti. ¿ No me ves?.
- Pues debes ser un animal muy pequeño porque sigo sin verte.
- Espera que bajo y me poso en tu nariz.¿ Me ves ahora?.
- Por fín, ya te veo. ¿ Pero que animal más raro?. ¿ Quién eres?.
- Soy tu amiga la araña. He estado ahí dia y noche vigilando a ver si nacias. Acompañando a tu mamá en estos momentos tan bonitos.
-Que bien, no sabía que en mi nacimiento ibas a estar tú. Gracias Marisa, amiga.
- Bienvenida al mundo, pequeña Rosa.
La cabritilla estaba todavia un poco dormida. Seguía sin apoyar bien sus patitas. Se caía, se incorporaba y volvía a caer al suelo.
Pero ella tenía mucha fuerza de Voluntad. No se rendía nunca. Lo intentaba una y otra vez.
Al fin lo consiguió, su madre y su gran amiga se alegraron mucho de ver por fín en pié a la Cabritilla.
Catalina, se reía e iba hasta donde estába su mamá, necesitába mucho mimo y mucho cariño.
Su mamá le dió mucho calor y ella empezó a tomar la leche, estába tan feliz. Que las otras cabritillas le tenían mucha envidia.